La primera vez (tercera parte y final)

Costó, pero sucedió… finalmente sucedió…

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Luego de nuestro primer episodio nos tomamos un descanso, comimos, salimos un rato. Con comida adentro y un par de cervezas después, ya no había excusa; yo estaba un poco más relajada y tú también. Volvimos a la cama.

Me metiste de nuevo el dedo, buscabas mi lubricación, empecé a gemir… tus maniobras estuvieron cerca de provocarme un orgasmo. Te pusiste luego en posición para hacerme el misionero, la metiste más lentamente, despacio, aprendiendo de la primera vez; yo me abrí tanto como pude y unos segundos después la penetración fue total, “ya entró” –exclamaste emocionado, y comenzó el bombeo. Se sintió bien. Diferente.

Estabas tan excitado, me lo hiciste tan rápido, tan fuerte… que por un momento sentí dolor. Pero me aguanté, no quería arruinártelo. Entre mi placer/dolor, manoseabas mis senos, yo chupaba tu cuello… y terminaste rápidamente adentro de mí. Sentí tu leche llenarme por dentro, un condón empapado fue el testigo silencioso de nuestro anticipado encuentro.

Aún desnudos, con nuestras ropas al borde de la cama, sucumbimos ante el cansancio. Me acurruqué en tu pecho, tomaste mis manos con las tuyas y descubrí tu pierna rozando mi sexo; esa noche fuimos uno, a mí me había bastado ver los orgasmos reflejados en tu rostro, aunque yo no tuviese ninguno.

A la mañana siguiente estabas hambriento por más, me desperté con tus labios sobre los míos y viendo tu pija tan dura como la noche anterior. Me tocaste. Estaba húmeda. Esta vez fue más fácil, me hiciste el misionero y lo disfrutaste tanto o más que la primera vez… y sentí tu orgasmo con intensidad similar. Luego te volteaste, y seguiste durmiendo. Yo no pude, me quedé ahí, viéndote dormir… y después de haberte dado tanto placer, tres orgasmos y entregarte por siempre un poco de mi ser… no pude evitar sentir que algo estaba mal… tú allí, todo feliz, todo regado, y yo adolorida y sin orgasmos.

No te la di porque fueras el “hombre de mi vida”, ni porque te “amara”, ni porque quisiera algo a muy largo plazo contigo… simplemente creí que era el momento, y me gustabas y me caías bien… ¡y me comían las ganas!, pero esperé que las siguientes fueran mucho mejores.

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Mi primera vez no fue buena, mi primera vez no fue una ´”única” vez, fue rara, la marihuana no me dejó sentirla bien, no quise aceptarla como tal, fue un poco embarazosa, pero sobretodo, fue muy educativa: aprendí cómo me gusta ser tocada, aprendí qué no hacer antes del sexo, aprendí que mi placer debe ser tanto como el suyo, y aprendí que puedo entregar mi cuerpo cuantas veces quiera, pero mi alma y mi corazón deben quedar intactos.

Mi virginidad pasó de “técnica” a inexistente, pero aún soy virgen de corazón, ya que he hecho el sexo muchas veces, pero jamás he hecho el amor.

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3 libidinosos han opinado:

  asi que esto es el sexo

28 de marzo de 2009, 14:37

A darle ruedo a este blog que está interesante.

Hay mucho por escribir y mucho por tomar temperatura.

  seXosa

30 de marzo de 2009, 8:36

Gracias, así que esto es el sexo... hay mucho más por venir.

  Anónimo

21 de abril de 2009, 11:49

Esto si que es exitante., pero mejor no sigo leyendo...porque esta siesta lloviznosa...y...