El momento más erótico de mi vida

Nos habíamos visto solamente una vez aproximadamente un mes atrás, luego de sendos mensajes confusos, poemas y correos desesperados, nos vimos de nuevo. De nuestra primera sesión descubrimos nuestra química corporal y perversiones compartidas, fue tan intenso que merece ser contado por aparte, el título sería "Coger con ropa"...

Los besos y las caricias me hacían estremecer como hace tiempo no lo hacía... nuestros cuerpos se acoplaban tan bien, había tanto deseo acumulado, tanta energía; sus mordiscos me excitaban como sólo él había logrado hacerlo hasta el momento. Pronto los movimientos eran tan violentos que fue necesaria mayor privacidad... difícil de obtener si se está en un espacio semi público... las graditas en forma de caracol de la biblioteca Tinoco sirvieron como nuestro semi escondite... el exhibicionismo lo hacía todo un poco más excitante, allí descubrí por primera vez mi lado exhibicionista.


Pronto comenzaste a desabrochar mi pantalón, metiste tus dedos suavemente y me acariciaste con inédita pericia, tus besos y mordiscos en mi abdomen y en mis muslos, incitaban mis jugos, me estremecí y gemí como pocas veces lo había hecho, me diste a lamer tus dedos, me excité mas, luego preguntaste:¿quieres un besito?, ante lo cual repliqué con un rápido y muy seguro "sí". ¿Sí?, preguntaste con emoción. -, contesté. Acto seguido nos acomodamos, bajaste más mis pantalones y procediste a darme la mejor sesión de sexo oral que tuve hasta esa fecha, gemí tanto que los guardas podrían habernos sacado... pero en el momento, me dejé llevar y no me importó nada más. La forma en la que movía su lengua, mordía mi clítoris y se introducía en mi me hizo quebrarme y querer más, mucho más.
-¿Rico? -preguntaste
- Sí -admití con dificultad por la falta de aire
- ¿Cuánto?
- Mucho... -contesté entre suspiros y gemidos
Y seguiste dándome placer...
- ¿Más?
- Mmmmmm, ¡sí....!



Y me perdí entre tanta lascivia, tanta saliva, tantos dobleces de cuerpo... él se esforzó tanto... vi su esmero, su cuidado y dedicación, cómo me contemplaba, cómo se excitaba al hacérmelo...

¡Fui tan feliz, oh, tan feliz!, aquella tarde de domingo en las graditas de caracol de la Biblioteca Tinoco.

2 libidinosos han opinado:

  KagosaVampire

28 de septiembre de 2009, 10:44

La adrenalina y el miedo a ser descubiertos -casi- siempre son afrodisiacos infalibles...

PD. diga en que parte de las graditas para no arrecostarme... :S

  Anónimo

30 de marzo de 2010, 19:53

muy rico